TÍTULO: Acongojado
AÑO: 2008
TÉCNICA: Ceramica Gres
DIMENSIONES:
Largo 40 cms
Ancho 23 cms
Alto 25 cms
PRECIO On Line: $350.000
Benjamín Lira
Tuve la suerte de tener una impactante impresión a mediado de los 70 al ver una obra bidimensional muy temprana de María José, que ya demostraba su prematuro talento. Eran dos muñecos hechos en género, rellenos de algodón, bordados y cocidos con algunos toques de hilvanados de color puestos con mucha destreza. Una figura femenina en tela blanca y otra masculina en negra. Eran los retratos de sus padres desnudos; con detalles elaborados con mucho humor.
Artista autodidacta, su arte esta directamente conectado con la fuerza de sus narraciones internas. Registra su proceso de travesía y relata los complejos argumentos que la invaden. Esas sensibles imágenes le afloran desde su mapa biográfico. Trabaja intensamente impulsada e iluminada, siguiendo el hilo de lo que su intuición y su sensibilidad le dictan; sin preguntarse por estilos ni modas. Sólo persigue su visión, que la descarga en los diversos materiales escogidos para crear sus obras.
Hermana gemela de los artistas no académicos llamados primitivos: viscerales, psicóticos o intuitivos que hacen arte näif, como lo designó Jean Dubuffet en los 50, art brut o arte crudo; hoy outsider art. (El arte marginal, al igual que el arte de las vanguardias, representa su propio tiempo).
María José hace cinco años que está ligada al quehacer de la escultura en cerámica. Cuando este inventario de animales míticos salen del horno de biscocho, desnudos de color, ella produce el milagro de juntarles el alma con el cuerpo; les aplica la piel a estas bestias, a veces con lujuriosos y espesos esmaltes, otras con austeros y táctiles engobes, que los aplica según la raza y el género de la criatura. Una vez que salen del horno por segunda vez, envejecidos ya por la quema reductora de gas, se observan las ricas texturas y cicatrices de los diferentes matices del color que el fuego ha emulsionado. Y, al igual que en sus pinturas, necesita de la obsesiva decoración. Entonces, sin ningún prejuicio, enchula y ornamenta con cuidado a esta colonia de animales, engastándoles objetos encontrados, alambres o elementos de bisutería para que, engalanados a veces dignamente y otras no tanto, con estos talismanes se defiendan de la nueva vida que les depara.
Estos animales de tamaño íntimo, pero de dimensiones místicas y ancestrales, me producen desconcierto y asombro. Tengo entre mis libros, uno de estos animales. Es un ser mixto: anfibio y plumífero. Siempre que lo miro me surgen las mismas preguntas ¿Dónde habitan estos animales de María José?¿En el subsuelo o en las galaxias? ¿Son carnívoros y comen hombres y beben sangre, o tragan aerolitos y agua bendita? ¿En su interior, aun guardan el abrasante fuego con que fueron cristalizados, al igual que el dragón de San Jorge? ¿En qué frecuencia se oyen los murmullos que emiten cuando quieren comunicarse? ¿Serán parecidos a los susurros que emitían las sirenas que oyó Simbad el marino o a los rugidos de un chupacabras en acción? De lo único que estoy seguro es que, desde esos ojos en miniatura de casi todos los animales que ella alumbra, heredan una potente e infinita mirada ciega, que me transmiten como ventrílocuos, fábulas que siempre se refieren a cómo estas bestias son fieles guardianes de su creadora.